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El primer ministro talibán, el mulá Hasán Ajund, declaró hoy el fin de la era del "derramamiento de sangre" y ha aventurado un proceso de reconstrucción en Afganistán tras la salida de las tropas estadounidenses.

En un discurso televisado por Al Yazira, el líder talibánseguró que el nuevo gobierno afgano "traerá seguridad al pueblo y a los musulmanes en todo el mundo" y permitirá así acabar con "todo conflicto, matanza y humillación" en suelo afgano.

Asimismo, insistió en que el Emirato Islámico ha "perdonado" a todos sus críticos y oponentes a pesar de las graves dificultades que enfrentó durante los últimos 20 años.

Ajund indicó que los afganos deben tener la garantía de que el nuevo gobierno "buscará la felicidad, la seguridad y el establecimiento de un orden islámico", por lo que pidió la colaboración de la población.

Sin embargo, Salé Registani, líder del comité militar del Frente Nacional de Resistencia frente a los talibán, cuyo bastión se encuentra en la provincia de Panjshir, ha insistido en que los miembros del frente y "otros combatientes por la libertad" seguirán ofreciendo resistencia.

Los talibanes y el terrorismo


Deborah Lyons, representante especial del secretario general de la ONU para Afganistán, advirtió de que los talibanes están "dando la bienvenida y albergando abiertamente" a miembros de la organización terrorista Al Qaeda.

Así, lamentó durante una reunión del Consejo de Seguridad que Estado Islámico también está "activo" en el país, donde es capaz de "fortalecerse más", según informó la agencia de noticias afgana Jaama.

Por otra parte, Lyons solicitó a la comunidad internacional que aborde la propagación de los talibán a otros países de la región e hizo hincapié en que los miembros del Consejo deberían tomar decisiones sobre la composición del gobierno talibán dado que algunos miembros se encuentran en la lista negra de la ONU, entre ellos el propio Ajund.

La representante de António Guterres puso el punto de mira en la crisis humanitaria que atraviesa el país y ha señalado que se prevé un empeoramiento de la misma dada la congelación de capital afgano por parte de bancos extranjeros tras la retirada estadounidense.